CONSTRUIR UN FUTURO SOSTENIBLE

SAINT-GOBAIN 72 La construcción sostenible aporta importantes beneficios financieros: menores costes de explotación y de mantenimiento a largo plazo, menores tasas de impago y menores probabilidades de convertirse en un activo obsoleto.» Alzbeta Klein, directora de la Corporación Financiera Internacional y jefa internacional de Negocio Climático/Grupo del Banco Mundial. Hay que señalar que, como ocurre con todas las innovaciones, el coste de las soluciones y los materiales sostenibles y ligeros disminuirá a medida que se generalice su uso. El coste adicional será cada vez más marginal frente a los múltiples y directos beneficios financieros. Otros argumentos, más indirectos pero no menos críticos, nos recuerdan que no tenemos más remedio que construir de forma sostenible, sobre todo si el objetivo es seguir siendo competitivos, atractivos y contar con una propuesta de inversión sólida. Reducción del riesgo financiero en un entorno normativo cada vez más estricto En un momento en que se multiplican las restricciones normativas, el primer factor a tener en cuenta es el Riesgo de no invertir (RONI, por sus siglas en inglés), que implica que los activos existentes corren el riesgo de quedar anulados u obsoletos perdiendo así su valor. En Europa, la Directiva de eficiencia energética en edificios (DEEE) marca la pauta. Además de su objetivo de descarbonizar los edificios, pretende combatir la pobreza energética, en concreto estimulando las reformas sostenibles y a largo plazo. Entre sus objetivos figura la exigencia de que los edificios residenciales obtengan un certificado EPC de eficiencia energéticamínimo de E para 2033. En concreto, esto significa que las viviendas que no cumplan la normativa perderán ipso facto su valor, convirtiéndose en activos obsoletos sin posibilidad de rentabilidad. Siguiendo la estela de esta normativa, Japón cuenta con una nueva arma en su arsenal legislativo que establece que a partir de 2025 todas las construcciones nuevas, incluidos los edificios residenciales, deberán cumplir nuevas y estrictas normas de ahorro energético. Este refuerzo de las obligaciones reglamentarias, que se está produciendo en muchos países, se ve reforzado por las iniciativas lanzadas por las ciudades, que a menudo son más rápidas en poner en marcha medidas vinculantes. Por ejemplo, Ámsterdam (Países Bajos) ha anunciado que quiere reducir a la mitad el uso de nuevas materias primas en la construcción para 2030. Mientras tanto, Oslo (Noruega) está llevando a cabo proyectos piloto de edificios públicos construidos sin utilizar combustibles fósiles. Responsabilidad social: un factor clave del éxito Más allá de los aspectos energéticos y medioambientales, el impacto social de las empresas (y, por tanto, de los agentes privados de la cadena de valor del sector de la construcción) está siendo objeto de escrutinio por parte de observadores como consumidores, clientes e inversores. Iniciativas normativas como la taxonomía de la UE para actividades sostenibles harán del aspecto social un criterio clave de evaluación que irá cobrando importancia en los próximos años. Además, la responsabilidad social se está convirtiendo en una ventaja competitiva decisiva. En el Reino Unido, el peso otorgado al criterio social en las decisiones relativas a la adjudicación de contratos públicos ha aumentado del 5 % al 40 % desde que está vigente la Ley de Servicios Públicos (Valor Social) de 2012,8. 8. Business Growth Hub: Valor social: qué es y por qué es más importante que nunca, 2020. «

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